A veces se nos hiela la sangre,
cuando comprobamos y asumimos
que tenemos los mismos defectos
que observamos y criticamos en los demás,
y como una maldición nos dominan.
Mi paraíso particular, mis excusas, mis pretextos. La catarsis de mis emociones, disfruto, río, sufro, lloro, siento... Si no puedo vivirlas, al menos las sueño...