Una fuerza transcendente
que te hechiza y te envuelve.
Promesas imposibles,
mentiras piadosas.
Susurros que acarician
y la voluntad te roban.
Mi paraíso particular, mis excusas, mis pretextos. La catarsis de mis emociones, disfruto, río, sufro, lloro, siento... Si no puedo vivirlas, al menos las sueño...
Muchas veces, la fuerza del interior quiere una cosa, mientras el corazón dice otra, y la razón hace lo contrario de ambas.
ResponderEliminarQuizás sea una contradicción cuando de amor se trata, pero la voluntad siempre es débil amiga, nos gusta que nos regalen el oído aunque sepamos en el fondo que esa promesa nunca se va a cumplir por circunstancias adversas, o ajenas a la voluntad. Divinas tus letras, un abrazo.