Ahora sólo me queda la resignación
de lo que no se puede cambiar,
de lo que no está al alcance de mis manos,
esa conformidad ingenua que espera un milagro.
Mi paraíso particular, mis excusas, mis pretextos. La catarsis de mis emociones, disfruto, río, sufro, lloro, siento... Si no puedo vivirlas, al menos las sueño...